Nueva York.- El 11 de febrero de 1990 el mundo del deporte descubrió que Mike Tyson no era invencible. Hasta la velada de aquel día en Tokio, Japón, el norteamericano campeón mundial de los pesos pesados ostentaba un récord de 37 victorias y ninguna derrota y los fans del boxeo de aquellos años aseguraban estar en presencia de una verdadera bestia sobre el cuadrilátero. Sin embargo el estadounidense James Douglas se colocó en la otra esquina y sorprendió a todos al quedarse con los títulos de la AMB, CMB y FIB de la categoría al noquear en el décimo a salto a Iron Mike.
En su autobiografía, en la que también recordó anécdotas de su etapa en prisión, Tyson rememoró la previa de aquel duelo y reconoció que esa derrota fue causada por su exceso de confianza, su falta de preparación y su alocada vida.
“El 8 de enero de 1990, subí a un avión para volar a Tokio. Pateando y gritando. No quería pelear; todo lo que me interesaba entonces era salir de fiesta y tener sexo con mujeres. No consideré a Douglas como un gran desafío. Ni siquiera me molesté en ver ninguna de sus peleas en video. Yo había vencido fácilmente a todos los que lo habían noqueado”, escribió.