
A propósito de que tiempo atrás se presentó las deplorables condiciones de los hospitales provinciales de San Pedro de Macorís, Antonio Musa, y La Romana, Arístides Fiallo, numerosas denuncias llegan a nosotros de otros centros que se encuentran aún en peores condiciones y afectan a un mayor número de personas.
Tal es el caso del Hospital Regional Universitario San Vicente de Paúl, en San Francisco de Macorís, que no solo está llamado a atender las necesidades de salud de las personas de escasos recursos de la provincia Duarte sino de todo el Nordeste: Samaná, María Trinidad Sánchez y Hermanas Mirabal.
Sin embargo, lamentablemente, el equipo N Investiga constató que el problema va más allá de infraestructura, también hay una situación con el personal y las atenciones y fue comprobado al conversar con una madre que narró su traumática experiencia de perder a dos hijos en ese hospital.
Ubicado en San Francisco de Macorís, provincia Duarte, el Hospital Regional Universitario San Vicente de Paúl fue fundado en 1926. Además de hospital regional, es escuela ya que facilita prácticas hospitalarias mediante alianzas con universidades. Es un centro de tercer nivel, por lo que su cartera de servicios debe cubrir desde atención materno-infantil y cirugía, imágenes médicas, cuidados intensivos, traumatología, corazón, fisioterapia, farmacia, odontología, hasta medicina preventiva y salud mental.
En imágenes se puede observar la antigüedad del lugar, además de que se encuentra lleno de cajas, de suciedad.
Pese a que se había recibido fotos del evidente estado de abandono y suciedad, sorpresivamente, la mañana en que el equipo N Investiga visitó el centro médico, era evidente que se había hecho una limpieza exhaustiva en esa área, presentándose personas limpiando el piso, todas las colchonetas tenían sabanas y la presencia militar era notoria.
En apenas cuatro años, este hospital ha tenido tres directores, los dos anteriores, Rafael Antigua y José Fortunato Tavárez, este último renunció por alegadas razones personales. Desde mayo de 2023, el centro es dirigido por el anestesiólogo, Rafael Apolinar Mieses Salvador, quien también es docente universitario y realiza consultas privadas. A pesar de tener un año y medio en la función por la que devenga un sueldo de 165,868 pesos, desconoce elementos sumamente básicos del centro que dirige y acude al subdirector en busca de ayuda.
Al cuestionar al director del centro, Rafael Apolinar Mieses, sobre el presupuesto del hospital, ofreció varios montos que ascendían desde 3 a 8 millones de pesos, sin dar una respuesta clara.
El hospital diariamente recibe unos 500 pacientes atendidos por una nómina de 1,027 empleados, entre personal médico y administrativo, por más de 42 millones de pesos.
“Pues si tenemos 600 de personal médico y 375 enfermeras. Esos son los médicos”, expresó Apolinar.
Para que tengan una idea, centros de gran dimensión como CEDIMAT y el Instituto Oncológico cuentan con unos 200 médicos, mientras este hospital triplica la cantidad. Si tomamos en cuenta que se reciben 500 pacientes diarios, tocaría de un médico y medio por paciente.
Sin embargo, la enorme cantidad de médicos no se traduce en calidad de las atenciones, debido a denuncias de que no cumplen con sus horarios, por lo que hace cuestionar sobre cuáles políticas de amonestación aplica y nos da la idea del otro problema. El Colegio Médico Dominicano que, desde afuera, marca pautas que no se transfieren en una buena administración.
Problemáticas denunciadas
El incumplimiento del horario de los médicos es solo una de las problemáticas, pues, según quejas de pacientes, los diabéticos ingresados reciben alimentos como pan y chocolate, que evidentemente pueden agravar su condición.
Como si fuera poco, el laboratorio no funciona a plena capacidad ya que casi nunca hay disponibilidad para procedimientos tan básicos como hemogramas, pruebas de troponina para comprobar si hay lesiones cardíacas y de glicemia, para medir el nivel de azúcar en la sangre.
Incluso, muchas veces tienen que llevarse su toma de muestra de sangre a centros privados, debido a la falta de insumos, provocando que personal de salud tenga que ayudarlos a a costear estos servicios en pequeños laboratorios privados ubicados justo al frente del hospital.
Desde hace aproximadamente un año, dos máquinas rayos X portátiles de última generación usadas para hacer radiografías a pacientes ingresados en UCI están dañadas.
También se sufre la falta de resonadores magnéticos para producir imágenes detalladas de los órganos y tejidos, a lo que el director del centro asegura que nunca han contado con uno.
Esto sin duda alguna representa una fuga significativa de ingresos que podrían ayudar a la sostenibilidad económica del hospital, ya que es un examen de alto costo que ronda los 8 mil pesos, lo que lo convierte en otra dificultad para pacientes de escasos recursos y en un excelente negocio y especie de monopolio para centros privados.
Fuente: N Digital